miércoles, 11 de febrero de 2009

Al Mictlán a través de un viaje a las estrellas

Como la mayoría ya lo sabe, el gran maestro Jorge Reyes falleció la noche del sábado debido a un infarto. Un hecho inesperado, él estaba viendo una película en casa, junto a su esposa Arianne Pellicer (la otrora Nina de los Cachunes y musa de los punkies mexicanos en ciernes), se levantó para ir a otro cuarto de la casa y no regresó. Horas después Arianne lo fue a buscar y ya Jorge Reyes había emprendido el camino al Mictlán.
Ese camino que tantas veces recorrió a través de sus conciertos, esos memorables encuentros en los que a través de la música y la danza narraba cómo los muertos tenían que recorrer diferentes instancias para llegar al final. Algunos recordarán esos magníficos espectáculos que Reyes solía presentar en el Espacio Escultórico la noche de muertos. Veladoras encendidas en medio de la más negra noche, iluminando el círculo que conforma ese espacio del Centro Cultural Universitario, cantos y música hecha con el cuerpo, y hasta caballos corriendo entre la audiencia.
Jorge Reyes fue un músico que se adelantó a su tiempo. Exploró los sonidos ancestrales como nadie y los fusionó con la música electrónica. A ello poco a poco fue agregando más elementos visuales, resultado también de sus investigaciones y colaboraciones con músicos europeos, quienes siempre con gusto vinieron a México a presentarse con el Maestro. Como Suzo Saiz y Steve Roach.
Dentro de las investigaciones de Jorge Reyes la herbolaria fue muy importante, tanto que él mismo preparaba infusiones, podría decirse que mágicas y medicinales. Para todo tenía un remedio y con la seriedad que lo caracterizaba, pero también con dulce calidez, siempre compartía alguna receta o "pócima" cuando uno le decía que tenía alguna dolencia.
Su calidad musical es incuestionable, así cmo su presencia escénica. Pero como persona Jorge era mucho más que eso. Era un hombre sensible, que siempre tenía las palabras perfectas para reconfortar a sus amigos. Un hombre sumamente inteligente que sin recato alguno expresaba lo que sabía y hablaba, hablaba, hablaba. En diferentes idiomas y era un agazajo escucharlo, observarlo, sentirlo.
Jorge siempre tuvo el tacto de no perder de vista a sus amigos. Una llamada, una carta, algo, pero siempre estaba presente. El detalle de preguntar siempre por la familia y los seres queridos era otra de sus características. También era muy paciente, sobre todo con las personas mayores, con las mamás de sus amigos, con quienes platicaba y les regalaba la más dulce de sus miradas. Cuánto se lo agradezco y mi querida madre también, con quien solía tener largas conversaciones telefónicas.
Gentil, sensible y mágico. De él me queda el recuerdo de su magia, de su forma de ver la vida. De cómo llegó a casa la última vez, con su pantalón de jaguar y la noticia de que estaba grabando los sonidos de Michoacán. Y junto a él llegó una mariposa blanca que entró por la ventana y Jorge, cual noble hechicero, lanzó la bendición a todo lo que me rodeaba con la simples palabras: todo va a salir bien. Y así fue.
El sábado 31 de enero Jorge Reyes fue el anfitrión en la Noche de las Estrellas, cuando en el Zócalo invitó a miles de personas a mirar hacia el cielo y dejar que las estrellas contaran su historia. En medio de telescopios, performances y científicos, Jorge Reyes nos guió por un camino astral hermoso. A través de su música fue más fácil llegar hasta el cielo y ver los cráteres de la luna en todo su esplendor. Las nubes se abría al tiempo que el maestro, con maquillaje de calavera y con sus amigos danzantes de Nok Niuk, realizaba el ritual astral y en otro plano nos develaba los misterios del cielo.
Es por eso que creo que Jorge se fue derechito a las estrellas antes de bajar al Mictlán, porque esa fue su última presentación. Fue el encargado de inaugurar las actividades del Año Internacional de la Astronomía y de hacer que miráramos hacia el cielo acompañados de su música. La luna llena lo iluminó esa noche y el día de su partida brilló más que nunca y hasta se sonrojó, porque la noche de su partida se puso colorada, una luna que como dijo el Chico Migraña, le rindió homenaje al Maestro.
Jorge, con un te de hierbas, bajo la luz de la luna y escuchando tu música, brindo por ti.

2 comentarios:

  1. Es duro perder a alguien, lo sé. Un abrazo.

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  2. Describes sentidamente la partida de tu amigo pero también la magia que con su arte nos compartía.

    Descansa en paz, Jorge Reyes.

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